Ya son un recuerdo esas mañanas frescas de la primavera
cuando amanecía empapado todo por el rocío , entonces los pétalos perlados
refrescaban los ojos y el alma, cuando el sol caía detrás del horizonte agradecías
cubrirte los hombros, en aquellos momentos todo era de color, en cualquier fisura
del arcén de una carretera te saludaba una amapola y en los caminos fueran
donde fueran era mas amable contemplar los márgenes próximos que el horizonte presagiando
tormentas.
Hoy vencida por el
calor la piel húmeda por el sudor de este verano de fuego apetece tumbarse desnudo
en la orilla del mar y dejando la mente en blanco contemplar las olas cuando
llegan a la arena cubriendo las huellas de todos los pies descalzos que
caminaron en la frontera del mar y la
tierra, contemplar el jardín del color que nace en las rocas sumergidas donde
parece haberse trasladado la primavera mientras llegan los aromas secretos del
mar y observas como una gota de sudor resbala por el cuello de una sirena deteniéndose
en al abismo de sus senos. Todo es de color.
Este paisaje que hoy contemplas lo he llamado “ esclat “
estallido, nace de la contemplación casi
mágica del movimiento de las olas y la trasparencia de las rocas cercanas a la
playa. Cuando el mar llega, desaparecen los ruidos de las bocinas de los
coches, el ruido del tren al pasar se confunde con acompasado sonido de las
olas resbalando por las piedras y la arena se hace de seda para recoger tu
cuerpo mientras contemplas este jardín que vibra bajo el mar.
Sant Pol de Mar, 29 de junio de 2012
Esteban Mediterraneo.