Hoy amanece con un sol radiante que poco a poco va dejando su calidez .Sobre el hielo que se formo durante la noche en el estanque de Afrodita, un par de ranas que tumbadas que parecen ajenas al frío ,hablan de sus cosas
Fábula de la Rana y el Escorpión. Esopo ( posiblemente..)
Fábula
Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo: —Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda… —¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser. —No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón, te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma: —Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo. Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo: —Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río. El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle: —No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir. Y entonces, el escorpión la miró y le respondió: —Lo siento ranita. Es mi naturaleza, es mi esencia, no he podido evitarlo, no puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme. Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo: —Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda… —¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser. —No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón, te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma: —Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo. Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo: —Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río. El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle: —No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir. Y entonces, el escorpión la miró y le respondió: —Lo siento ranita. Es mi naturaleza, es mi esencia, no he podido evitarlo, no puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme. Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
Moraleja
No te engañes a ti mismo ni a nadie. Uno siempre es lo que es, a pesar de las circunstancias. Es imposible ir en contra de nuestra propia naturaleza innata, de lo que yace en nuestro interior, independientemente de si tenemos conciencia de ello o no.
No te engañes a ti mismo ni a nadie. Uno siempre es lo que es, a pesar de las circunstancias. Es imposible ir en contra de nuestra propia naturaleza innata, de lo que yace en nuestro interior, independientemente de si tenemos conciencia de ello o no.
Pero....
Siempre hay una realidad que deja pequeña a cualquier fantasía, es cosa de recapacitar y ponerle mucha fe. En la fábula de la rana y el escorpión sucumben los dos, el problema es que el escorpión era tonto y la rana muy buena persona. Habían otras opciones.
Y esta imagen lo demuestra el oso no se come al perro, ambos juegan en la nieve porque en la naturaleza de las cosas existe la maravilla que nos puede sorprender y en el orden de las cosas naturales hay también otros instintos igual de suculentos y menos asesinos.
Nota de la redacción.
Que sensación más triste deja esta fábula, eso de nadie cambia , de traicionar la confianza, ,no sé,pero me da desasosiego, me da inseguridad. Bien es una fábula, con una moraleja..pero ¿no es posible cambiar? por amor creo que se podría..¿ qué ilusa no? Bueno una es como es y no puede cambiar o tal vez ,puede que no queramos cambiar.
ResponderEliminarOs envio un guiño.
Rosa Ingrávida.
Bueno desde el punto de vista de un escorpio, creo que debemos aceptarnos como somos, cualquier persona puede hacer daño a otra ya sea con un veneno o un mal trato, que es una forma más sutil de veneno. Ojalá todo en mundo pudiera saber en que forma puede herir.
ResponderEliminarCambiar, no lo sé tal vea la rana le podría haber enseñado a nadar..
De todas las formas es una fotografía muy simpática, ¿Verdad..?
Desde el viento
Esteban.
Leo tu último comentario y me pongo a llorar preguntandome que lejos estás.
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