Una terraza junto al mar en una noche de verano, una pareja
llega y se sienta próxima al lugar que ocupo empiezan las caricias, son caricias
envolventes la mano del acariciante envuelve la cara y el pelo de la acariciada
de forma emocionantemente tierna, puedo notar el estremecimiento de la princesa
cada vez que el la acaricia.
Llega el camarero y
les pregunta que desean tomar, la terraza no es muy grande puedo escuchar que
tomaran una cerveza y una pizza cuatro estaciones.
La noche es cálida pero la brisa que llega del mar la hace
amable y en cuanto el camarero se aleja con su nota ellos empiezan de nuevo a
acariciarse, es bonito ver esa exposición de amor ajena a todo,¿ quien dijo que Adán y Eva se amaron en un paraíso
¿.
Legan dos jarras de cerveza tan heladas imagino como la que
tomo yo, pero no apagan las caricias ni los besos, es como si los amantes
tomaran gasolina, arden, se besan, se acarician, se estremecen a cada caricia
el cuerpo de la amante se contorsiona, es una danza extraña sentada en la silla
que proviene de sus caderas cimbrea su espalda y mueve su nuca como si por su
boca manaran las estrellas.
Hace tiempo que no veía besarse así, tan tierna y
apasionadamente, tan ausentes de todo y de todos, tan lejos de este mundo,
lejos de las medidas de ajuste, que ayer anunciaron, lejos del daño que hacen a
los más débiles, y tan cerca de la
belleza del universo.
La cerveza helada no apaga su sed, ausentes de todo y todos
los enamorados siguen besándose apasionadamente, Adán y Eva en el paraíso.
Cuando me pregunta el camarero que quiero tomar, pido una pizza
cuatro estaciones como la que devoran los amantes con prisa para después perderse
entre las barcas varadas en la playa.
Esta noche no quiero escuchar la radio ni ver la televisión,
tengo suficiente paz en mi interior.
Sant Pol de Mar, Pizzeria Can Vila, 9 de julio 2012
Esteban Mediterraneo.
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