Estos días arde media España el fuego no conoce de lindes ni
de fronteras y traspasa calcinando montes de un lugar a otro.
Hoy arde la sierra de Málaga los montes que conocí en mi
adolescencia de la mano de Salvador, Salvador era el más pequeño de cuatro
hermanos que crio mi abuela en solitario..
Mi abuela llego al Arroyo de la Miel cuando murió mi abuelo al
que no conocí, murió de una “ pechá “ (una pulmonía ) dicen que por estar
trabajando días seguidos como jornalero en el campo debajo de una tempestad, mi
abuela crio como pudo a sus cuatro hijos Juanita, mi madre, Pepe, Juan y
Salvador que es con quien he tenido más relación y del que se dice que heredó
de mi abuelo el conocimiento de hablar con el espíritu de las cosas en los
campos.
Hoy recuerdo a Salvador que ya está muy viejito y lo imagino
mirando la sierra mientras arde cerca del Arroyo de la Miel, sus ojos profundos
de un hombre curtido en nubes y montañas,
húmedos, muy húmedos. Conocedor de loa secretos de las montañas, de todas las
plantas que ahora arden.
Cierro mis ojos me traslado junto a él cuando era
adolescente y me llevaba monte arriba a la sierra entre tomillares y las jaras.
Me hablaba despacio como si esperara detrás de cada frase que le hubiera
entendido con ese hablar profundo de los hombres de la sierra, era realmente es
hombre sabio, tiene una mirada que ahora añoro en estos momentos me gustaría encontrar
en mis ojos para evitar usar palabras. Salvador me hablaba de su padre Esteban
mi abuelo que no conocí y de cómo él le
enseño de chico a caminar por el monte.
Recuerdo una vez mientras caminábamos dentro de un rio fresco
y transparente mirando los peces, las culebrillas y las ranas dijo quédate quieto aquí, a unos veinte metros
había un panal silvestre de abejas en el tronco de un olivo muy cerca del rio.
Salvador se acercó sin miedo iba cantando o susurrando algo, yo tenía miedo
pues algunas abejas revoloteaban muy cerca pero viéndole tan seguro de lo que hacía
me tranquilice, el sacó su navaja y envuelto en cientos de abejas corto un
trocito del panal sin dejar de susurrar esa extraña canción , más tarde me ofreció
limpio aquel manjar mientras me iba enseñando todas las cosas que nacían en la
sierra que hoy arde sin remedio. Hoy ese rio debe de bajar sucio, lleno de
ceniza y de los restos de los insectos que musicaban con su vuelo el pasar por
la sierra, he imagino aquel chorro de agua llamado “ El Nacimiento “ que
brotaba en el centro del pueblo y donde iban los niños a buscar agua cuando no había
mas agua que aquella en el pueblo y que toma su nombre Arroyo de la Miel del
agua de ese nacimiento.
Para mi tío Salvador para mi abuelo Esteban y para mi abuela
María que tan poco conocí, me escribo estas líneas para no olvidarlos y las comparto
con mis amigos, por si a alguien pueden interesar los recuerdos de cuando era
un adolescente y disfrutaba de la sierra en El Arroyo de la Miel.
Os acompaño la luna llena, no es mía, esta imagen me la ha
regalado Olga Ricci, fantástica fotógrafo de la Patagonia Argentina, mi luna
anda perdida entre nubes.
Sant Pol de Mar, 1 de septiembre 2012
Esteban Mediterraneo.
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