Manuel Vicent en su
columna semanal habla de la figura del rey de una forma coherente y
constructiva digna de elogio y que refleja el pensamiento de personas como yo
que hemos sido jóvenes en los “ tiempos de Franco “ y por tanto acudíamos a las
manifestaciones pidiendo libertad, porque teníamos entonces 18 años.
Antes de gritar ¡
Libertad ¡ yo había gritado con 15 años ¡ Viva Franco ¡ era un adolescente
encuadrado en La OJE Organización Juvenil Española, lucía un uniforme precioso,
que me daba un aire marcial, camaradería o compañerismo e ir descubriendo la
montaña en los campamentos.
Recuerdos, el mejor de
todos aquel día en el que los alevines del movimiento fuimos utilizados para formar un cordón de seguridad para
recibir en las calles de Barcelona al caudillo de todas las Españas que vendría a
inaugurar cualquier obra singular. Allí con los brazos extendidos entrelazadas
las manos conteníamos el fervor popular al paso del militar. De depende fui
abducido a un mundo sideral una muchacha apoyaba sus senos en mi brazo, unos
senos en flor ( supongo que sería primavera y estaban a punto de florecer o habían
florecido ya ). Franco paso en con su comitiva oficial, no lo vi, no me di
cuenta estaba en el paraíso terrenal.
Hoy tengo más de medio
siglo, he pasado en cada momento según fueran las cosas por distintas ideas y
partidos, pero nunca discutí la idoneidad del Rey para mí era alguien que
estaba casi por encima del bien y el mal, mi respeto era total, había servido
bien a España. Hoy las cosas han cambiado y lo explica muy bien Manuel Vicent,
os dejo con él.
14 de abril de 2013
La corrupción de lo mejor es la peor, decían los latinos. Corruptio optimi
pessima.
Si se da por supuesto que lo mejor
en el orden social es un rey, un príncipe, una infanta, los yernos y demás
parentela, se entenderá por qué en la opinión pública causa tanta alarma, no
exenta de morbo, cualquier escándalo que se derive de la Casa Real.
En nuestra monarquía parlamentaria
el rey no tiene ningún poder político. Solo ejerce el papel simbólico de
cohesionar la unidad del Estado cuya jefatura ostenta. Precisamente por ser un
símbolo, el rey no tiene otra responsabilidad que la de ser ejemplar, la de
moverse dentro de una esfera platónica, limpia y transparente, que dé un
sentido mágico a ese residuo histórico e irracional que es la monarquía.
Los reyes están ligados al propio
azar ovárico-seminal. Dentro de esa granja dorada de reproducción en la que
viven estos privilegiados individuos, la primera labor de un monarca consiste
en engendrar un príncipe y sucesivos vástagos que aseguren el futuro de la
dinastía a capricho de la genética.
El grave problema político que
atraviesa la monarquía en este país consiste en que no teniendo el rey ninguna
responsabilidad política, tiene la obligación moral de no permitirse
oficialmente la más mínima quiebra, puesto que una esfera, si no es perfecta,
deja de ser esfera.
Cuando esta figura platónica, que
simboliza el Estado, se corrompe, la ficción política se convierte en una farsa
y todo el tinglado del teatro se derrumba. En nuestro caso existe otro peligro
añadido. En medio de los escándalos de la Casa Real se eleva un fantasma
luminoso, que se aparece cada año en primavera, como una flor de acacia. Hoy es
15 de abril. Puede que la Segunda República, ahogada desde el principio por sus
enemigos, fuera un desastre, pero todavía hoy constituye un paradigma de
racionalidad, modernidad y regeneración idealista cuya fuerza estriba en que
muchos ciudadanos sin haberla vivido la han convertido en un sueño.
Monarquía o república no es todavía
el dilema. Antes de cambiar de caballo en mitad del río turbulento de la crisis
la opinión pública exige primero que se limpien las caballerizas del monarca
para que la esfera del Estado sea un espejo en el que los ciudadanos se
reflejen sin avergonzarse.
Manuel Vivent ( EL PAIS )
Sant Pol de Mar, 16 de abril de 2013
Esteban Mediterraneo.